“Pueblo chico, infierno grande”. ¿Cuántas veces me mofe de aquella frase? No tengo la menor idea y es que cuando la realidad te alcanza, correr a cualquier parte se vuelve estúpido. Huir ha dejado de ser opción. Solía decir que uno no puede darse el lujo de desperdiciar un buen beso, pero ese apetito que se ha mantenido recóndito detona con el más...
Siempre me gusto jugar con “fuego”,
ese peligro que estremece, un placer difícil de explicar. Solía ser muy seguro
de cada movimiento que hacía y si algo me salía mal perdía
el control. Así es, perdía y si hay algo que no sé hacer es perder.
No soy precisamente orgulloso, pero el amor es un arma de doble filo. Me quedaban vagos recuerdos de lo que era
un buen beso y ni que decir de disfrutar la compañía de alguien más. Y por más que trate de evitarlo, ella se instalo en mi vida.
¿Saben porque la adoraba? No lo
sé, no sabía si amaba más sus defectos o sus cualidades. Ella me mostró su
sonrisa, la que escondía detrás de un semblante de mal humor, nunca supe
porque ese mal genio, si era delicada y noble.
Dude más de una vez en
escribirle, las ganas me carcomían pero es que era tan meticulosa a la hora de
analizar a la gente que en un breve momento aniquilaba mi armadura de seguridad.
Fátima era un
delirio, es un delirio y será un delirio.
Ella ignora todo lo que hasta
ahora les he contado, no sabe que sin ella una parte de mi muere. No creo que
sepa que la amo con una intensidad que aterra, sé que me equivoque al querer
proyectar una imagen severa de un “yo”
que no existe, fui incapaz de mostrarle mi corazón en mano a alguien que duda de
sonreír.
Mi tía Isabel solía decir que
nunca hay que fiarse de aquella gente que no te deja escuchar el sonido de su
risa, no entendí su frase hasta ahora (bueno aún no lo entiendo del todo)
supongo que era una advertencia.
Hoy Fátima esta tan cerca, pero
tan lejana, más lejana que al principio y esta situación solo provoca que mi
anhelo por ella crezca desmesuradamente, pero ya no quedan caminos de regreso.
La observo de lejos, la dejo ir.
La observo de lejos, la dejo ir.
Huesos
marzo 05, 2014 / BY Itzel Torres
En momentos como este, de flaqueza y dolor quisiera rodear tu cuello con mis manos; estrecharte tan fuerte para sentir que alivio la pena que me esta envenenando despacio. Necesito ese soporte que me dan tus huesos al sentirse tan cerca a mi piel, necesito tu silencio y tu respiración pausada. Hoy me siento frágil, me siento débilmente humana porque hasta el roce...