Llego su remplazo y ahora su lugar esta más vacÃo que nunca.
Le extraño, extraño la provocación de besarle en su antigua oficina, extraño verle frente aquel escritorio leyendo sobre fútbol.
Veo aquella silla, tu silla, nuestra silla, donde alguna vez mis piernas envolvieron su cintura. SonrÃo complacida y siento nuevamente tu mano hurgando dentro de mi blusa ... siento tu lengua dentro de mi boca.
Dicen que recordar es vivir, algo tiene de cierto esa frase, yo me quedo con aquel dÃa en un bar de mala muerte pero con la mejor compañÃa, me quedo con los besos perpetuos.
Le adoro porque tiene aquello que detesto pero en el me fascina, leo sus notas porque es una forma de encontrarlo.
No quiero que vuelva, incluso esta lejanÃa es placentera.
Hasta pronto, hasta que las circunstancias concuerden con la casualidad.